Candela, ¿Hay café hecho?
¿Eh? Si, perdona cariño,  está al fuego, en cinco minutos habrá que apagarlo. Oye, ¿Recoges tú a los niños? ¿no?
No,no hoy me quedo hasta tarde en la oficina,  ¿No te acuerdas? te dije anoche que hoy [...]

Mierda! Pues a ver cómo me organizo. Joder otra vez. Me va a dar un jamacuco. En cuanto se marche los despierto y los visto. A ver si salimos de casa a tiempo por una vez. ¿Puse ayer la lavadora? no la puse. Si es que no tengo suficientes pantalones de chándal y se los ensucian según se los pongo, ¡A chándal por día! Y no voy a estar poniendo lavadoras cada dos por tres, que es que luego ni se seca la ropa ni me da tiempo a guardarla. Mira cómo está el salón siempre con la montaña de ropa por doblar en el sofá, y si alguien me ayudase por lo menos, pero lo único que hace es mover la puta montaña de un lado a otro para tumbarse. Y siempre se caen los calcetines. Y se pierden. Hay calcetines sueltos por toda la casa…

[...] la nueva de contabilidad, que quiere que le eche una mano con la auditoría a última hora, ya te lo comenté [...]

¿Que me comentó qué? si, algo de la nueva de contabilidad, algo me contó, pero no recuerdo nada de la auditoría, ¿no me dijo que siempre iba a la oficina que parecía que iba a una boda? Ostras la boda, no le he comprado nada a los niños, unos pantalones cortos y unas camisas y van que chutan, que esa ropa no la vuelven a usar ni de coña, que seguro que según lleguemos al convite les cae la primera mancha y será de las que luego no salen. La mierda del lino.  Ay! la lavadora! que no se me olvide. Hoy les pongo el pantalón de ayer.Y la ropa de la boda, pues de la que voy compro también unos pantalones de chándal. A ver como se pone cuando vea el agujero en la cuenta. Si es que no puedo gastar menos, pero los niños gastan lo que gastan. Y yo ni siquiera me he comprado nada. Que a ver si entro en el vestido de Manuela, que hace dos años que me lo dió y estoy más gorda. No voy a entrar que estoy hecha una foca, o peor, entrar e ir embutida como un chorizo. Tendría que  ir al gimnasio, y bajar este culo, y a lo mejor él me miraba más, que últimamente ni me toca. Si es que me puede la ansiedad, todo el día comiendo las sobras, es entrar en la cocina y abrir la nevera. ¡La lavadora! 

[...] Así que yo creo que ya me quedo a cenar por allí [...]

¿Que voy a hacer hoy de cenar? Joder tengo que ir al supermercado, puedo ir cuando deje a los niños en el cole. No, no, ni de broma. Mejor hablo con Almudena y le pido salir diez minutos antes de la oficina y paro en el súper chiquitito que está cerca del cole. Compro una empanada o algo así, que a los niños les gusta. Pero no es sano y engorda. Estoy yo como para hacer comidas saludables. Si es que no he pensado en lo que voy a hacer para la comida y se me ha hecho ya la hora de la cena. ¿Y a por la ropa? ¿Voy después del colegio con los niños? No, con los niños no, que es un infierno. Pero por la mañana ni de bromas, además hoy presentamos la propuesta al cliente y tengo que estar. Que al final da igual que vaya o no, porque la presentará la chica, que menuda… Te ponemos una becaria para que te ayude mientras tienes la reducción, dijeron  y la tía me ha cogido hasta el sitio en el parking. Tan mona ella, hasta se va de afterwork con los clientes. Ya tendrás hijos, ya. Entre la oficina y ser el chofer de estos dos no me va a dar tiempo a más. Puedo llamar a la madre de Luis, a ver si me los puede recoger y los lleva al parque. Ya la he llamado dos veces este mes. Me va a mandar a la mierda, y con razón. Pero ella no trabaja y tiene una chica que le mantiene la casa como una patena. Seguro que no tiene calcetines desperdigados por su sofá.

[...] Pero claro, siempre pensando en tus cosas, que ni me escuchas,  que vas por la vida como si estuvieses flipada, Candela. No te organizas y la casa está hecha un desastre. Habías cogido la reducción de jornada para poder tener más tiempo y ahora menos dinero y la casa hecha una mierda igual [...]

Menos dinero si, pues a ver como se pone en cuanto vea lo de la ropa de los niños, como para decirle que quiero ir a la pelu, me manda a la mierda fijo. ¡Como si fuese un regalo perder una tarde para que me peinen!. Tengo las raíces que se ven a un kilómetro y luego me dirá que no me cuido y que que guapa esta fulanita y que delgada menganita. Joder! El regalo de la profesora, que no he hecho el bizum y creo que ayer era el último día. Mierda, con lo bien que se ha portado durante el curso, que la mayor parte de las veces ha ido el niño sin las cartulinas y las manualidades hechas y es que encima tendré que ponerme yo a hacer un puñetero elefante rosa con un rollo de papel higiénico.

[...] ¿Pero me estas oyendo Candela? ¡Joder! ¿Es que en esta casa hay que pedir auditoría para hablar contigo? ¡Que si puedes pasarte por el tinte a por mis corbatas! Que tú no trabajas por la tarde y a mi ¡no me da la vida!
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