Comienza a subir, lentamente, lo noto. La luna me atrae. El agua me inunda hasta los tobillos. No es la primera vez, ya sé lo que viene. Aparece y desaparece. Sube y baja la marea.
Comienza a subir, lentamente, lo noto. Y se apaga el fuego.
La luna y la niebla entran con el mar y desenfocan el horizonte.
El sol y su hacer se alejan de mí.
Sigue subiendo. Ya no puedo ver mis pies. Quiero detenerlo, lo intento, pero no puedo. Sigue subiendo.
Me lleno de angustia por hacer y entonces, me quedo quieta, me dejo ser.
Y si no soy dueña de mis pies, ¿Quien guía mi camino?
Tibia, el agua rebasa mis rodillas. Quiero correr hacia el sol, hago por no sentir. Me resisto a dejarme llevar y desisto cuando siento que el agua ha llegado a mis muslos.
Van cayendo una a una todas las armaduras que construí mientras todavía había luz y me quedo desnuda.
¿Quién mueve mis pies ahora? ¿Es él? Entonces quiero que meta sus dedos en mi y derramarme como el agua que moja mi ombligo. Me está inundando la tristeza. Me acerco a él. Ya no puedo pararlo. La dama de noche comienza a abrirse durante el luscofusco y su aroma dulzón lo baña todo. ¿Quién mueve mis pies ahora?
La luz de la luna es reflejo, no ilumina, tiñe el aire de ceniza. Luz cinérea, luz que miente. Perséfone entra en el reino de las sombras y deja atrás la primavera. La niebla lo cubre todo. Déjalo, déjate no tiene sentido ya que intentes nada.
El agua baña ahora tu pecho. Viene la marea viva. Te dejas, no intentas nada.
El cuerpo flota y los pies se te estiran. Con las puntas de los dedos intentas rozar el fondo en una ilusión de control, en un espejismo de estabilidad, pero es todo mentira.
Frágil equilibrio. No sabes dónde vas. No tienes certeza sobre quién guía tu camino.
Arqueas tu espalda tirando de los hombros hacia atrás y el agua toca por primera vez tu nuca. Te dejas, no intentas nada. Elevas la barbilla abriendo la boca mientras te acuestas sobre el mar y dejas que el mar te acune. El agua, que te inunda por dentro, ha llegado a tu garganta. El agua, que te inunda por dentro, sale ahora por tus ojos. Y lloras.
Eres pena líquida, eres sólo agua.